A todo amante del deporte rey después de un partido le encanta hablar de lo más hermoso que se ha inventado en esta tierra, el fútbol. Precisamente tras ver la vuelta del Chelsea-Barça por la UEFA Champions League, esperábamos hablar de las genialidades de Messi, de la eficacia de Eto’o, del buen manejo de Xavi Hernández, de las trepadas de ‘Dani’ Alves o quizás de la potencia de Drogba, y por qué no? de la capacidad de Lampard, nos quedamos con las ganas de todo eso, porque nunca sucedió, los amantes al fútbol nos ganó la desazón de saber que la pelota sí se mancha, con una desastrosa y porque no decirlo una dudosa actuación de quién nunca debió ser protagonista, el arbitro. Su nombre puede pasar desapercibido pero se trata del noruego Tom Henning, que durante el partido parecía controlar el destino de un equipo, una ciudad, un país, del fútbol.
Lo que si me parece absolutamente admirable es la actitud del técnico interino del Chelsea, el holandés Guus Hiddink, actual seleccionador de Rusia, porque no perdió los papeles ante tanta patraña ante tanta injusticia, pero el fútbol a veces es así, hay manos negras que lo ensucian de vez en cuando, hace algunos años él (Hiddink) estuvo del otro lado, del favorecido, cuando en los cuartos de final del Mundial Japón Corea 2002 defendía los colores rojos de Corea del Sur ante la escuadra española de Raúl, Morientes, Casillas, Puyol y compañía, anuló dos goles legítimos, uno a Rubén Baraja y otro al ‘Moro’ Morientes.
En todas las partes del planeta fútbol hay polémicas, algunas más controversiales que otras, en algunos casos se especula más que en otros, por ejemplo tras finalizar el partido entre azulgranas y ‘blues’ se escuchó decir a algunos periodistas italianos que esta era una treta de la UEFA, que no quería otra final entre equipos de un mismo país, pero esto suena a muy absurdo a muy sucio, esperamos que el fútbol siempre se defina con total limpieza y que gane quién hizo lo necesario para conseguirlo, no importa si un equipo se defendió todo el partido, si consigue su objetivo final es mérito absoluto de ellos. Que gane la transparencia, aunque gane el que menos hace en el césped.
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